Sobre Mi

Hola mi nombre es Mari Carmen, esta es mi historia

Comparto mi experiencia de vida y las enseñanzas del Yoga. Mi pasión es transmitir una visión diferente de la vida y las enseñanzas que yo he recibido y que me han aportado, la energía, la compasión y la inspiración necesaria para vivir de una forma consciente, próspera y amorosa.

En la adolescencia, sin avisar, se presentó en mi vida un compañero que no conocía, no lo llamé, simplemente apareció: EL DOLOR.

Fuertes dolores de espalda y piernas empezaron a modificar mi vida de chica adolescente que simplemente deseaba hacer una vida «normal», estudiar y divertirme.

Como el dolor iba en aumento y ya sólo me aliviaba acostarme durante horas después de haber hecho una simple actividad, decidí ir al médico.
Ahí empezó una larga andadura que se prolongó durante años. Diferentes médicos, múltiples pruebas diagnósticas y todas con el mismo resultado: todo está bien.

Habían pasado unos años y el dolor ya era tan insoportable que fui derivada a psiquiatría donde me recetaron medicación: una para dormir, otra para ansiedad, otra para depresión y otros derivados de morfina para el dolor.

Resultado: tomaba unas 7 pastillas diarias.
Diagnóstico: Desconocido, dolor psicosomático.

Un día visité un reumatólogo que me realizó el test de los 18 puntos gatillo relacionados con la fibromialgia: todos resultaron dolorosos.
Diagnóstico: Fibromialgia.
Era la primera vez que oí esa palabra, era un síndrome relativamente nuevo, poco se podía hacer para mejorar la condición del paciente, pero se sabía que el ejercicio mejoraba el nivel de dolor. ¿El problema es que al tener tanto dolor, como realizarlo?

El Dr. me propuso que practicara yoga, que por sus características al menos me ayudaría con la ansiedad y depresión.

Empecé las clases de yoga, incapaz de despegar mi espalda de la pared debido al dolor, haciendo un 10% de lo propuesto en clase. Realizaba los ejercicios de respiración y la relajación luchando con mi mente de mono, saltando de un lugar a otro. Pero continué. Un día, otro y así hasta ir todos los días a clase.
El primer beneficio que noté fue mi estado de ánimo, estaba mejorando mi optimismo. ¡Bien, iba por buen camino!

Pasó el tiempo y cada vez tenía menos dolor, bueno había días mejores y peores, pero desde luego había un abismo desde cuando comencé, con esa nube negra sobre mi cabeza. Ahora había una nube blanca con un rayo de sol asomándose tras ella.
Fui mejorando notablemente y reduciendo la medicación, ya sólo tomaba una pastilla diaria.

Decidí formarme como Profesora de Yoga, por dos motivos: aprender más técnicas para mejorar personalmente y la otra para intentar transmitir lo que a mí me ayudó a otras personas que transitan el sendero del sufrimiento.

Y aquí estoy, con algún día mejor, otro no tan bueno, pero siempre optimista y lo mejor es que tengo herramientas para ello.

En estos 21 años que llevo en el camino del Yoga me he ido formando en distintas disciplinas: Yoga Terapéutico, Yoga para personas con Diversidad Funcional, Yoga sensible al Trauma, Yoga Oncológico, Mindfulness para el Dolor crónico, Mindfulness para personas que cursan enfermedades mentales, Yoga Especial para niños…

Te animo a que practiques Yoga, porque no solo mejora la movilidad articular y musculoesquelético, sino que mejorará tu estado mental y anímico, requisito imprescindible para comenzar esta bonita andadura hacía la FELICIDAD.